Francisco Barnosell
Artículo de Francisco B.
El neurólogo Francisco Barnosell
Francisco Barnosell: «Jamás pensé que tratarían con reiki o magnetismo en hospitales públicos»
Neurólogo y rehabilitador, Tras ver cómo dos pacientes a los que daban meses llegaron a vivir 8 años, empezó a investigar terapias complementarias
Médico, hijo de médico, Francisco Barnosell empezó hace una década a preguntarse por qué algunos pacientes desahuciados escapaban de la muerte. Este neurólogo y rehabilitador experto en la electromiografía, una técnica de diagnóstico neuromuscular, comenzó a investigar sobre terapias complementarias e impulsó la Asociación de Médicos, Terapeutas y Sanadores (AMYS), que el año que viene celebrará su cuarto congreso en el campus de la UPV/EHU de Donostia. Barnosell, autor de un blog bajo el seudónimo Paco Lacueva y del libro ‘Entre dos aguas’ (Luciérnaga), visita este fin de semana San Sebastián para participar en el comité organizador del encuentro.
¿Cómo surge su interés por investigar las terapias complementarias?
«El paciente que entiende el alcance de su enfermedad se cura antes y mejor»
«La parte mala del gran aumento de terapeutas es que hay mangantes que no están preparados»
«Hay que hacer estudios serios para ver cuál de las 187 terapias podemos integrar a la medicina»
Tras ver cómo unos pacientes se habían curado por medios no médicos, casos graves de personas desahuciadas. En dos enfermos concretos vi como médico que iban a durar poco, entre tres y seis meses, y vivieron entre 7 y 8 años. Luego murieron. Pero de 6 meses a 8 años hay un abismo. Casos muy muy graves que se hayan escapado he visto muy pocos, pero sí he visto esa demora en casos no tan graves. Empecé a investigar y me encontré con que había un par de sanadores por un lado, un curandero por el otro… Y lo plasmé en un libro escrito desde el punto de vista notarial: soy un notario que se pasea por mil sitios y escribo lo que veo.
¿Alguna vez le han reprochado haber dejado de ser un médico ‘serio’ o convencional?
No, en absoluto. Lo que pasa es que en Cataluña es diferente a otros lugares, aquí estamos quizás más avanzados en esto e incluso muchos hospitales públicos hace 2-3 años empezaron a hacer tratamientos energéticos tipo reiki o magnetismo, algo que jamás hubiese dicho que fuese posible.
¿Y hace 15 años se imaginaba que estudiaría estas terapias?
¡Qué va! Hace 15 años me reía de estas situaciones, pero poco después entré de golpe y empecé a ver que funcionan.
Pero muchas de estas terapias no se pueden probar empíricamente…
Ese es el problema. Yo he contado 187 técnicas, aunque hay hasta 300 pero el resto son mezclas, y la mayoría no son demostrables. Se demuestran con resultados en pacientes, con su mejoría, pero no hay una prueba que lo corrobore. Es el problema que nos encontramos, porque el médico quiere pruebas: resonancias, analíticas, radiografías… Y muchas veces esto no se ve, pero otras sí. Por ejemplo, en el mejor hospital del mundo en oncología, el Anderson en Estados Unidos, usan una docena de técnicas comprobadas, como musicoterapia, meditación, nutrición, alguna energética… En España ahora estamos en plena revolución, hay médicos que trabajan en la medicina alternativa, el nombre que se emplea para unir la medicina convencional con las terapias. En Cataluña hay un espíritu de colaboración y aquí un médico no tiene inconveniente en enviar al paciente al terapeuta.
Así que no reniega de la medicina tradicional o convencional.
Sigo trabajando en la medicina convencional, lo que hago es utilizar herramientas de terapias complementarias para hacer mi labor. Lo primero es la medicina, eso ha de quedar clarísimo.
¿Ha habido un ‘boom’ de estas terapias complementarias?
El pasado fin de semana se creó en Madrid la Sociedad Española de Medicina Alternativa. Ha habido un crecimiento exponencial brutal de muchos terapeutas, no médicos, haciendo todo tipo de terapias. La parte buena es que se ha investigado mucho y se ha relacionado mucha gente de la medicina, y la mala es que como en otros lados hay mangantes que quieren vivir del sistema sin estar preparados. Para esto estamos los colegios de médicos, para ejercer cierto rigor y control.
¿Le escriben muchos colegas?
Cada semana recibo más de cien correos electrónicos y la mitad son de médicos, enfermeras, farmacéuticos, fisioterapeutas y psicólogos.
¿Cómo trata a un paciente que entra por primera vez en consulta?
Tratas de que en cinco minutos se rompan esas barreras de intimidad y puedas entrar dentro de él con empatía. Sobre todo se trata de escucharle y entender, explicar el cómo, el cuándo y el por qué de esa enfermedad. Por ejemplo, un paciente con un problema en la espalda, en una vértebra. El tratamiento básico y clásico sería pedir una resonancia, una radiografía, un tratamiento de rehabilitación o una operación. Yo quizás pregunto más allá: ¿Y desde cuándo lo tiene? Hace un año. ¿Y qué le pasó hace un año?, y no me refiero a que cogiese un peso… ¿Se separó, hubo un ‘crack’ en su familia, en su trabajo, para que yo pueda entender esa carga que lleva en esa espalda?
¿Y qué tratamiento plantea?
Sigo con las pautas clásicas: primero medicina, rehabilitación y, al mismo tiempo, en función de caso, hay más de cien terapias que podemos usar. Sobre todo desde el punto de vista emocional.
¿Cuáles son las terapias más empleadas?
El abanico es enorme y hemos de acotarlo un poco. Hemos hecho seis grupos: las terapias integrales, las terapias mente y cuerpo, las biológicas, las de manipulación del cuerpo, las energéticas y vibracionales y las ambientales del bienestar y de vida sana. Ahí se incluyen las 187 terapias. Las que están en algunos hospitales, digamos que aprobadas, son: arteterapia, reiki, terapia lumínica, musicoterapia, acupuntura, fisioterapia, nutrición, ejercicio físico, yoga, tai chi, psico-oncología, gestión de emociones, relajación, meditación guiada… Las que más en boga están son las energéticas, como la magnetoterapia, reiki, sanación energética, y luego hay otras muchas, como sofrología, constelaciones, genograma, descodificación… Lo que sucede es que algunas de estas terapias se incorporan pero los estamentos médicos oficiales no tienen ni idea que está pasando. Lo que se trata es de hacer un estudio firme y serio par ver de todas estas cuáles podemos incorporar en la medicina. Por eso se me ocurrió crear un espacio común para médicos, terapeutas y sanadores, que es como un sacrilegio, y he conseguido que salgan a la luz tanto médicos como terapeutas.
Estas terapias complementarias, ¿curan o ayudan?
Depende de los casos y de la profesionalidad de quien lo hace. Empezaron los terapeutas y los médicos han cogido la batuta. Pero no nos engañemos: normalmente no verá a un médico que haga más de 2 ó 3 terapias. Un terapeuta podrá hacer 15 ó 20, y necesitamos que esos terapeutas nos ayuden. En eso estamos trabajando en AMYS y hemos conseguido que haya un seguro de responsabilidad civil y que tengan un título universitario: a partir del año que viene habrá un espacio universitario para convalidar títulos y hacer cursos de medicina alternativa. Así se pueden integrar en el sistema de salud, primero en la red privada y luego en la pública.
¿Hasta qué punto el interés o la convicción personal influye en la curación o en la evolución de un paciente?
Es vital, el paciente que entiende el alcance de su enfermedad se cura antes y mejor. No hay que esconderle nada al paciente y hay que conseguir esa complicidad. Pero mi labor, al menos en el futuro cercano, es establecer unas pautas de rigor científico para determinar cuáles de estas ciento y pico terapias funcionan empíricamente, porque funcionar funcionan muchas, pero a los médicos no nos sirven si no hay una demostración detrás. También hay que trabajar un código ético, tanto profesional como económico. Y luego abrir espacios profesionales, desde el punto de vista de colegios de médicos y médicos asociados, para establecer un punto común para poder desarrollar estas técnicas. En hospitales americanos lo han estudiado y tenemos 15 técnicas pero yo creo que algunas más se pueden incorporar.